En Uruguay no se hacen películas, se juega al fútbol

La infestación del mundo anglo a través de sus medios de propaganda masiva suelen hacer efecto en diferentes ámbitos sociales de otras culturas, como la nuestra. No es diferente con el fútbol. Los últimos años dos películas, en donde se muestra la historia personal de dos reconocidos futbolistas peruanos, siguen el guión del niño que se convierte en héroe. ¿Héroe de qué y por qué? Poca gente se ha dado cuenta de que estas historias llevadas al cine también explican la realidad del fútbol peruano.

El día 20 de diciembre de 2024, Diego Godín contaba que tuvo la oportunidad de volver a jugar después de 24 años en su pueblo, lugar en donde hacía sus inicios en el deporte llamado fútbol. No es una historia cinematográfica de niño héroe como las anteriores, solo es la realidad. Una realidad que, a diferencia de las películas, no muestra a un niño elegido por la gracia del señor que surge de un ambiente complicado para triunfar en no sé donde y ganar no sé qué. No, es la realidad de un chico uruguayo cualquiera, de ciudad, de pueblo, del interior.

En Uruguay se juega al fútbol, en canchas de fútbol, en los pueblos. Diego Godín de niño jugaba al fútbol en una hectárea de césped con 21 niños más. Una hectárea que son 10.000 metros cuadrados por los que hay que correr. Sin embargo, según la manera de ver las cosas de los mismos que pagan el sueldo del Nono y de los que preguntan por qué no hay un «relevo generacional», un chico que juega eventualmente al frontón podría ser la esperanza del tenis nacional. Que Rafa Nadal y la tierra de arcilla sean uña y mugre, literalmente, no significa nada para ellos. Esta gente envía a Txemo a buscar a «elegidos» para ser los nuevos héroes. No buscan futbolistas. En principio porque no los hay, y en segundo lugar porque así están las cosas. Por tanto, convocan chicos que no saben lo que es tener 100 o 150 veces recorriendo esa hectárea de césped, que no solo forja un carácter, una idea del juego llamado fútbol, un estado físico adecuado; sino que te da una experiencia mayor al resto de chicos. En Uruguay es cosa de todos días. En Perú los padres pagan para que elijan a sus niños, nuevos héroes. Es la industria del pagar por cariño. El padre cree que su hijo será el próximo héroe y el chico cree que es futbolista recorriendo 70 metros cuadrados de un piso de plástico. Por esto, los clubes profesionales no tienen más remedio que fichar rioplatenses a punto de retirarse, que con lo esencial de la teoría saben destacar en la liga local.

Lo anterior es una situación que perfectamente se ve en ámbitos de la sociedad. Se cree en los tocados más que en el que está allí con miles de kilómetros recorridos, literalmente. La situación también sirve, naturalmente, para el chauvinismo y la exacerbación del complejo. Que los rioplatenses comen carne, por eso están mejor dotados. Que tienen más sangre europea. Que tal y tal, cuando todo lo que hay es más minutos haciendo una actividad deportiva en las condiciones que esa actividad lo requiere. Cuando se quiere fichar un camionero no se busca a aquel que ha jugado a los carritos de niño. Lo propio cuando se busca incorporar un músico para una banda. No se elige al que escucha 10 horas de rock al día o a quien le daba manotazos a un piano de juguete.

En Perú se cree que para el fútbol da lo mismo, para llegar a vivir de este deporte, un chico que se ha pasado jugando pichangas del llamado futbito que uno que tiene el biotipo, aunque no haya jugado más de 4 partidos al año. Que de fútbol ya le enseñaremos, lo que importa es que este deporte hoy es muy físico, muy atlético, y si el chico viene de hacer fondo tiene todas las condiciones para ser el nuevo héroe. Así ha llegado muchísima gente a encontrar una salida laboral en su juventud. Así han sido promovidos como la esperanza para llevar a un equipo a un mundial o buscar el torneo internacional. Sin nada bajo el brazo. Sin nada de fútbol. Sin minutos ni kilómetros recorridos en una hectárea de césped con otros 21 chicos. Si usted se fija, un mesero o un barredor no tienen desarrollado los músculos del brazo por genética o por una alimentación de primera, sino por usarlos cada día. Un caso muy distinto y poco comparable con quien se pasa el día en el gimnasio. Un chico supera un examen de admisión a la UNI, no por ser un genio superdotado. Lo hace por haberse enfrentado durante años a miles de problemas distintos en su planteamiento y haber encontrado diferentes maneras de llegar a una solución. No se engañe, ni engañe, pagando por que le resuelvan el examen.

si a esta gente le pidiesen formar matemáticos o científicos probablemente buscarían a los que utilizan gafas, tienen el cerebro más grande o redondo que el promedio, y más tonterías que no vienen al caso. Una forma de pensar de bárbaros. Bueno, esto ya lo vimos con el pintor alemán …

Hay un chico que te arma el cubo Rubik con una sola mano mientras esperas por el cambio de semáforo en la avenida universitaria. ¿Cuántas repeticiones ha hecho durante un día?

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