¿Ya estás ahorrando para tu Xiaomi SU7?

Un día cualquiera en la carretera panamericana un Maserati blanco modelo no sé cuántos rugía, piston a piston, al lado de un bus de esos que el pueblo que cada día recorre esta vía llama «los chinos» y de un señor que, en un triciclo injertado en un motor, llevaría fruta a sus clientes de Chorrillos. Aún cuando el alcalde bulo no logra solucionar el tema de los peajes, ni que la expansión norte del Metropolitano funcione en su plenitud, el pueblo y la clase pudiente no dejan de tener jaleo y hacer lo suyo. ¡Que fantástico es el Perú! El único territorio que no ha cambiado de nombre desde el siglo XV.

Hace algunos años les decían a los jóvenes talentos que aprendan mandarín, «chino» para entendernos, que será el idioma del futuro. Mucha gente se embarcó en ello y hoy fleta contenedores llenos de chucherías que vende por 1 sol a esa misma gente que va, y viene, en «los chinos». Nunca imaginé que querría realmente aprender lo que ponen esos ideogramas que veo en los «chifas», que con la comida oriental no se me da mal. Pero, la verdad, resulta igual de extraño el interpretarlo de oído que «leerlo». Un desliz al dibujarlo puede resultar en un significado totalmente distinto al que se pretende comunicar. Según lo que entiendo al hablar también hay que ser agudo pues el tono con el que termina una frase puede decirte una cosa totalmente diferente. Aún cuando no hay que hacer cosas extrañas como leer o escribir de derecha a izquierda, como la gente que no come jamón, es una vida el tiempo que llevaría el dominio de este moderno idioma. Los niños que nacen en china dedican buena parte de su vida a estudiarlo desde muy temprano en la escuela. El mandarín no es nativo de la China pero convive con los que lo son, igual que el español con el quechua o el aymara. Así como los misioneros españoles dieron estructura, fonética y gramática, al quechua y Nahuatl, hecho que les permite subsistir hasta la actualidad; lo que conocemos como mandarín es un esfuerzo de los líderes de China para organizarse y comunicarse con el mundo, en particular con los portugueses, con quienes iniciaron esta aventura llamada comercio.

Pero, ¿qué tiene que ver el Maserati con el mandarín? La verdad que mucho más de lo que se piensa. A base de convertirse en la fábrica del mundo, los chinos han desarrollado una técnica con la que muy difícilmente podrán competir otros actores del sector automotriz. Porque no se trata más de «demanda interna». Hoy en día, ningún fabricante piensa más en vender unidades solamente en el territorio o país del cual proviene, salvo que sean de China. Todas se han tenido que unir y formar grupos para no morir. Todos los grupos económicos tienen fábricas en distintos países, a menudo debido a los costes de mano de obra, requisito fundamental del capitalismo. Las empresas que construyen coches para venderlos dedican sus esfuerzos a ensamblar fábricas que puedan producir una línea específica de coches en base a una plataforma, que digamos es el chasis. Debido a esto, todas están muy automatizadas y robotizadas pues producen esencialmente en serie. Estas fábricas robotizadas se ubican muy cerca o muy bien conectadas a sus proveedores de piezas y partes. Los fabricantes chinos tienen todo ese «ecosistema» en su territorio. No sorprendió, por tanto, que una empresa reconocida mundialmente por su incursión en el sector de móviles se aliara con otra reconocida por producir coches y fabricase un vehículo eléctrico que sorprenderá a más de uno, golpeando donde más duele.

El modelo capitalista está construido de tal manera que buena parte de la riqueza generada no se quede en manos del empresario ni de los trabajadores. Recordemos que la sociedad anónima nace como concepto al celebrar, piratas y la reina de Inglaterra, acuerdos para asaltar pueblos en territorio español. Cada quien se llevaba su tajada de la «empresa». Un «emprendedor», hoy, cree que la sociedad anónima le ofrece la misma protección que a aquellos. Los más astutos han recurrido al modelo de apoderado para preservar algo de este ideal de anonimato sobre los propietarios últimos de una empresa. En el caso Chino las empresas más grandes son estatales, como se acaba de enterar el señor Carballo de RPP. De modo que, aplicando el capitalismo o no, la plusvalía que estas producen se revierte en el desarrollo del país. En Perú la empresa más grande es PetroPerú, supongo que ya entiende porqué la quieren privatizar y porqué se está haciendo eso en la Argentina, otro país con amplia experiencia en el la producción automotriz.

Bien. ¿Qué del SU7? Cuando empece a escribir esto, a pocos días de su presentación oficial, aún no habían noticias sobre cómo sería su recepción en tierras foráneas. Hoy en día se sabe que tanto Estados Unidos de América como la Unión Europea impondrán aranceles que superan el 30% a la importación de coches fabricados en China. Da igual si son eléctricos y compatibles con las políticas ambientales más estrictas de Von Der Leyen y compañia. Se veía venir, la verdad. Los coches de Xiaomi, Huawei y otros como BYD son muy superiores en tecnología y prestaciones técnicas en el rubro «fierros». Incluso le han dado una vuelta al principal problema de estos coches, que son las baterías, y han creado espacios de reemplazo de baterías. Es decir, en lugar de pasarte horas parado esperando que cargue la batería, puedes ir a un lugar de estos y cambiar la de tu coche por una que ya está cargada al 100%, como con los juguetes. Normal.