Crónica macarra: Bolivia 2 - Perú 0

Ya nadie llevaba la camiseta de la bicolor el pasado jueves. No sería por el frío, o la ausencia de calor, para explicar mejor la situación climática y deportiva. Los partidos por la tarde son como las fiestas a mitad de semana, sabes que afectará lo que viene pero quieres hacerlo para escapar. Cualquier excusa es buena para beber y olvidar, se leía en las caras de los talentos que salen ante las pantallas y los que van con prisa a su centro de labores. Pasadas las 13 horas el tráfico era el de un domingo por la tarde.

Hoy, que todo está grabado y disponible en la hemeroteca de nuestros tiempos que es YouTube, uno puede ver, a toro pasado, cómo se desvivían los talentos para afirmar que esta era la mejor oportunidad para romper esa racha de no haber ganado nunca en La Paz. Que esta era la peor selección del, ahora independizado, Alto Perú de todos los tiempos. Que tenía nuevo técnico. Que no venia bien. A la gente eso le sonaba al mismo cuento que el partido en Santiago. A la misma película en donde nos contaban eso desde La Paz, hasta donde se trasladaron nuevamente televisivos y YouTubers por igual. Quizá en pared. Quizá aprovechando los rezagos financieros de la era Gareca. Esa marca Perú que cada día se va desdibujando un poco más del peruano. Las viejas épocas no están tan lejos y todavía rondan la memoria y citan los miedos. Ir una vez a un mundial y quedarse cerca de otro de forma consecutiva, no significa que siempre ha sido así. Por eso, incluso los más jóvenes piden extirpar el cáncer antes de que sea demasiado tarde.

Hay poca gente que ganó dinero, que también es otra variable más en juego que no se tenía antes. Las derrotas seguidas matan los negocios, incluso aquellos que viven de la ilusión de sus clientes. Algunos avisamos a los compañeros que esta fecha no se lograría más de 3 puntos. Ojalá se pueda desayunar mañana con doble alegría, o triple, para los magos de las cuotas. Ojalá.