Crónica macarra: Chile 2 - Perú 0

En la capital hay cada vez menos gente a gusto con el clima serrano que les está tocando experimentar. Ocurre que no pueden escaparse a la playa todos los días y cogen resfríos, por no tener claro qué ropa llevar. Hoy les hicieron vestir la camiseta de la blanquirroja cuando el clima pedia quizá un cárdigan o un chaleco, prendas infravaloradas por el talento que se deja medio sueldo por un polo con unas letras grandes.

Mañana habrá gente que desearía haber comprado más polos en lugar de hacer caso a los empleados de las casas de apuestas, que fungen de presentadores o periodistas, y que sugerían con gran ímpetu y animosidad, propia de aquellos que te quieren vender la moto, que las estadísticas estaban para romperse y que este 12 de octubre, día de la hispanidad :es:, sería ese momento cumbre. Las estadísticas decían lo mismo que le dicen al flaco que invita por vez 45 una chica que lo ha rechazado las ocasiones anteriores. Si no has salido con ella después de 44 invitaciones, no lo harás mañana, chabón. La ficción para la literatura, no para la calle. Ojalá se pueda recuperar de este problema de «liquidez» sin necesidad de recurrir al plástico u otros medios de dudosa procedencia.

No jugar a nada es un plan. No saber cómo afrontar la realidad que tienes enfrente es un problema. El fútbol no solo son planes. Son esencialmente momentos. De modo que quien toma las decisiones debe, antes que ser técnico o táctico, saber leer lo que está pasando y tomar decisiones. No muy diferente que en la vida misma, por cierto. Alguien que ha pasado por muchas experiencias de vida estará mejor hecho para tomar decisiones rápidamente y corregir el trayecto antes de que sea muy difícil cambiar de rumbo. El sabio dejar ser y hacer, interviene poco, cuando es imperativo. El necio quiere controlarlo todo, aún cuando es incapaz de controlarse a sí mismo. Lo único que puede convertir a alguien en necio es la ideología. El tener una única manera y medida para valorar las cosas.

Ojalá se salga rápido de este jardín, pues con las puyas que no vienen a cuento o vivir del pasado no se llega a ninguna parte. Fíjese que hasta uno se ha puesto un poco de mala leche. Quizá porque vemos que con el mismo personal se obtiene resultados muy distintos a los de el pasado, la estadística, vamos. Quizá también porque no vemos nada de lo que solíamos ver. Quizá, además, porque hace falta desobediencia civil, digo, deportiva. El fútbol tiene actores pero los que juegan son los once que pone el técnico. Quienes deciden qué pases dar o como moverse son ellos, aún cuando el técnico te haya dicho que debes jugar de tal manera y hacer tal movimiento. Por supuesto que cuando uno juega no ve todo el bosque, pero sí tienes una idea de cómo van las cosas. Qué partido estás haciendo y cómo le va al equipo con tu aporte. A lo mejor en lugar de llamar «diferente» al habilidoso, se le debe llamar «el que no hace caso al técnico». El técnico tiene un rol, pero no juega. Tiene autoridad pero se la pueden quitar. Si eres bueno, tú permanecerás y ellos pasarán. ¡Cuanta falta hace El Diego en las canchas y en la vida misma!

Hasta la próxima semana amigos. ¡Viva la hispanidad!