Cuando Carlos Marx describió a Simón Bolívar

Han dicho muchos que la realidad superar con creces a la fantasía, y este parece ser uno de esos episodios. Era el enero de 1858 cuando Guillermo I de Prusia tomaba el poder y la ahora famosa marcha nupcial de Mendelssohn se hacía popular gracias a la boda de Victoria de Sajonia-Coburgo-Gotha y el futuro Federico III de Alemania, cuando en el tomo III de “The New American Cyclopedia” se publico el artículo «Bolívar y Ponte» escrito por Carlos Marx, sí el mismo de “Das Kapital” o El capital.

En este artículo Marx hace una reseña biográfica de Simón Bolívar y Ponte, conocido por estos lares simplemente como Simón Bolívar, el ídolo supremo de Chavez. Es precisamente en relación a este asunto que resulta una delicia leer lo que Marx opina de Bolívar. Además de conocer algunos pormenores de la etapa de independencia de España de los territorios americanos.

Bolívar, dice Marx, provenía de una familia de la nobleza criolla. Educado en Europa, como era costumbre en la nobleza, se formo en España y luego en Francia. Se casó en Madrid y volvió a Venezuela, donde su esposa falleció por la fiebre amarilla. Después de este incidente Bolívar volvió a Europa en 1804 y estuvo allí durante 5 años luego de los cuales regreso a su patria. En 1810 fue comisionado por los revolucionarios de Caracas para comprar armas y pedir protección al gobierno Británico, misión de la cual solo logró el primer objetivo. A su regreso se retiro a la vida privada.

Luego de traicionar a Miranda, líder de la revolución contra España, Bolívar es llevado a Cádiz junto con éste y es agradecido por sus servicios a la corona, que había recuperado Venezuela. En forma de agradecimiento es permitido viajar a Curazao desde donde se dirige a Cartagena y se reencuentra con su primo Ribas, que le propone iniciar otra revolución con él como comandante. Inicialmente con alguna resistencia a ese nombramiento Bolívar inicia su aventura.

El artículo detalla los pormenores de esta aventura bolivariana durante los años siguientes. Como el hecho de que se haya auto nombrado “Dictador y Libertador de las Provincias Occidentales de Venezuela”. Dictadura que por la composición de sus hombres, sin preparación ni formación, se convirtió en una corte. Eran épocas de escaramuzas constantes con los españoles en donde no había claramente un ganador. También de huidas constantes de Bolívar, que lo llevaron al territorio actual de Colombia, en donde permitió el saqueo de una rendida Bogotá por parte de sus soldados; y que también lo llevo a Haiti y Jamaica.

En la parte que nos concierne, es necesario citar el artículo.

Durante las campañas contra los españoles en el Bajo y el Alto Peru --1823-1824-- Bolívar ya no consideró necesario representar el papel de comandante en jefe, sino que delegó en el general Sucre la conducción de la cosa militar y restringio sus actividades a las entradas triunfales, los manifiestos y la proclamación de constituciones. Mediante su guardia de corps colombiana manipuló las decisiones del Congreso de Lima, que el 10 de febrero de 1823 le encomendó la dictadura; gracias a un nuevo simulacro de renuncia, Bolívar se aseguró la reelección como presidente de Colombia. Mientras tanto su posición se había fortalecido, en parte con el reconocimiento oficial del nuevo estado por Inglaterra, en parte por la conquista de las provincias altoperuanas por Sucre, quién unificó a las últimas en una república independiente, la de Bolivia. En este país, sometido a las bayonetas de Sucre, Bolívar dio curso libre a sus tendencias al despotismo y proclamó el Código Boliviano, remedo del Code Napoleón. Proyectaba trasplantar ese código de Bolivia al Perú, y de éste a Colombia, y mantener a raya a los dos primeros estados por medio de tropas colombianas, y al último mediante la legión extranjera y soldados peruanos. Valiéndose de la violencia, pero también de la intriga, de hecho logró imponer, aunque tan sólo por unas pocas semanas, su código al Perú. Como presidente y libertador de Colombia, protector y dictador del Perú y padrino de Bolivia, había alcanzado la cúspide de su gloria.

En el año 1826, cuando su poder comenzaba a declinar, logro reunir un congreso en Panamá, con el objeto aparente de aprobar un nuevo código democrático internacional. Llegaron plenipotenciarios de Colombia, Brasil, La Plata, Bolivia, México, Guatemala, etc. La intención real de Bolívar era unificar a toda América del Sur en una república federal, cuyo dictador quería ser él mismo. Mientras daba así amplio vuelo a sus sueños de ligar medio mundo a su nombre, el poder efectivo se le escurría rápidamente de las manos. Las tropas colombiams destacadas en el Perú, al tener noticia de los preparativos que efectuaba Bolívar para introducir el Código Boliviano, desencadenaron una violenta insurrección. Los pruanos eligieron al general Lamar presidente de su república, ayudaron a los bolivianos a expulsar del país las tropas colombianas y emprendieron incluso una victoriosa guerra contra Colombia, finalizada por un tratado que redujo a este país a sus límites primitivos, estableció la igualdad de ambos países y separó las deudas públicas de uno y otro.

Sin embargo, la parte más deliciosa de este artículo es la cita a Henri Louis La Fayette Villaume Ducoudray Holstein, un oficial franco-alemán del ejercito de Napoleón que fue tomado prisionero en Cádiz y que luego de pasar por Filadelfia en los Estados Unidos se unió a la revolución de Bolívar; en la que éste describe a Bolívar.

Ducoudray-Holstein nos ha dejado de Bolívar el siguiente retrato: “Simón Bolívar mide cinco pies y cuatro pulgadas de estatura, su rostro es enjunto, de mejilla hundidas, y su tez pardusca y lívida; los ojos, ni grandes ni pequeños, se hunden profundamente en las órbitas; su cabello es ralo. El bigote le da un aspecto sombrío y feroz, particularmente cuando se irrita. Todo su cuerpo es flaco y descarnado. Su aspecto es el de un hombre de 65 años Al caminar agita incesantemente los brazos. No puede andar mucho a pie y se fatiga pronto. Le agrada tenderse o sentarse en la hamaca. Tiene frecuentes y súbitos arrebatos de ira, y entonces se pone como loco, se arroja en la hamaca y se desata en improperios y maldiciones contra cuantos le rodean. Le gusta proferir sarcasmos contra los ausentes, no lee más que literatura francesa de carácter liviano, es un jinete consumado y baila valses con pasión. Le agrada oírse hablar, y pronunciar brindis le deleita. En la adversidad, y cuando está privado de ayuda exterior, resulta completamente exento de pasioness y arranques temperamentales. Entonces se vuelve apacible, paciente, afable y hasta humilde. Oculta magistralmente sus defectos bajo la urbanidad de un hombre educado en el llamado beau monde, posee un talento casi asiatico para el disimulo y conoce mucho mejor a los hombres que la mayor parte de sus compatriotas.”

Pueden leer el artículo completo aquí, en la web de los propios marxistas, traducido al español.

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