Era febrero del 2023 cuando OneToro, recientemente fundada en Estados Unidos, daba detalles sobre el despliegue técnico y de profesionales que integrarían esta nueva aventura empresarial en el mundo de las comunicaciones. Con ellos, sus directivos y fundadores, entre ellos el alemán Moritz Roever, se proponían ser la plataforma OTT para el mundo del toro a nivel mundial. A partir de un acuerdo por tres años con Plaza 1, empresa que lleva la Plaza de Toros de Las Ventas, se planteaban producir en tiempo récord contenido hasta en tres idiomas, mientras llegaba la Feria de San Isidro de aquel 2023.
Casi en sincronía, Movistar anunciaba el cese de emisión del Canal Toros que había ofrecido este mismo contenido durante años a los clientes del servicio, antes llamado cable y, que hoy se conoce simplemente como TV. Este contenido no solamente llegaba a la península y baleares, sino que también a todos los mercados en donde Movistar tenía presencia y que son reconocidos por su afición a la tauromaquia, a saber, Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador. Movistar señalaba que la decisión se basaba esencialmente en el hecho de que Plaza 1 y la Real Maestranza de Sevilla habían llegado a un acuerdo con OneToro para la cesión de los derechos.
¿Qué está pasando con las OTT?
La entrada de OneToro no ha estado exenta de situaciones muy típicas del sector OTT. ¿Qué es OTT, se preguntará? Pues OTT son las siglas en inglés de Over The Top, que quiere decir contenido que se emite usualmente sobre plataformas ya existentes. Usualmente a través de una aplicación móvil, navegador web o de la TV llamada «inteligente». En suma, aprovecha el Internet como medio de transmisión frente a los medios tradicionales de televisión por cable o satélite. En teoría es una propuesta que a primera vista parece ideal. El cliente está en estos dispositivos conectados a Internet, consume buena parte de sus contenidos allí y va dejando de lado los servicios tradicionales.
Esta semana OneToro anunció la abrupta interrupción de sus transmisiones para la temporada 2024. En el calendario anunciado a inicios de este año se contemplaba la transmisión de la Feria de Otoño en Las Ventas, así como la Feria de San Miguel en Sevilla. A julio de 2024 no ha sido capaz de superar la cifra de 60 mil «abonados», lo que le dificulta hacer frente a las, exhorbitantes, alegan, exigencias económicas por derechos de imagen o cesión para las transmisiones de las corridas de toros. Habían hecho los números previamente, pero no contaban con que en la península 1 de cada 4 «potenciales» clientes accedían al contenido sin pagarlo. Muy diferente del caso de México o Perú en donde el ratio es de 1 de 20, en su caso.
En el comunicado, OneToro, además quejarse sobre la pérdidas que ascienden a 12 millones en menos de dos años, relata algunas historias que sacarán alguna que otra sonrisa. Se sabe que, por contrario, es esta empresa la que ha recibido diferente subvenciones del Fondo Europeo del Desarrollo Regional (FEDER) para el proyecto denominado «Estrategia de expansión y promoción de la plataforma de vídeo bajo demanda». Encima, había llegado a un acuerdo con la Comunidad de Madrid para que la televisión pública Telemadrid transmita las corridas de la Feria de San Isidro.
los inversores tienen la sensación de estar subvencionando el sector, ya que después de haber inyectado en año y medio, de forma directa más de 20 millones de euros en derechos de imagen y más de 7 millones de euros en producción y promoción de la tauromaquia, se encuentran sin el
apoyo ni la estricta exclusividad de las imágenes. Hechos que nos hacen pensar en una falta de responsabilidad por parte del sector.
Pues, esto es lo que pasa con las OTT. Inspirados en Netflix, estas empresas son creadas por inversionistas o «fondos» que esperan forrarse por transmitir contenidos que tienen alcance a un gran público. En otras regiones se ha visto su fracaso en sectores como los deportes y en particular en el fútbol. En Perú tenemos el caso de la Liga 1 que al cierre del 2023 acumula 43 millones de dólares en pérdida. El tema no es el contenido. Tampoco el sector. Mucho menos el público que tildan poco menos que delincuencial. Puede que sea el mejor contenido producido del mundo, merecedor de premios, pero si nadie paga por él, dedicate a los documentales, chico. Una cosa es contenido sobre una plataforma que ya está pagada, y que da beneficios, y otra una plataforma sobre la que se quiere montar contenido.