Liga 1 - La gallina de los huevos de oro de 1190 Sports

La Liga 1, nombre comercial del torneo de fútbol profesional del Perú desde que lo asumiera la Federación Peruana de Fútbol (FPF), sería la gallina de los huevos de oro de 1190 Sports. En esto se resume el lío que esta gente viene protagonizando desde el arranque del 2023. En una típica operación de captura de rentas, como lo son los peajes en medio de una ciudad de más de 10 millones de habitantes, las multas por infracciones de tránsito o la generación de gas natural; una empresa desembolsa un poco de dinero y asume el menor riesgo posible para hacerse del control del 100% de un mercado.

Antes de ir a la parte de negocio, conviene dejar en claro ciertos aspectos. La liga y torneos de fútbol en el Perú nace a inicios del siglo XX, en 1912. La FIFA se había fundado 10 años antes, en 1902. Desde entonces tiene un organizador formal y se da principalmente a nivel aficionado en Lima y Callao. Pocos años después tomarían la posta nuevas entidades y habrían diferentes ligas y torneos al mismo nivel en todo el territorio nacional. Así hasta 1962. En este año se funda la Asociación Deportiva de Fútbol Profesional (ADFP) quien sería la encargada de la normatividad y provenir de la Liga de Fútbol Profesional hasta el año 2018. Ese año la ADFP cede esta función a la Federación Peruana de Fútbol (FPF), que es una entidad privada distinta y no superior afiliada a la FIFA. Hasta entonces la FPF no había tenido ningún tipo de injerencia en el torneo profesional local. Sí en otros torneos como la Copa Perú y las ligas de fútbol aficionado a nivel nacional. El argumento para esta extraña decisión fue que la ADFP no tenía las capacidades y competencias para ayudar a la mejora del fútbol peruano. Aún cuando este ambiguo objetivo no era función de la ADFP, ésta aceptó la propuesta de la FPF que era: tomar el torneo por 4 años, para hacer las mejoras normativas y de otro tipo a fin de lograr este objetivo. Ninguna de las cosas se han cumplido a la fecha.

Es también cierto que, sin dejar de lado a las asociaciones de fútbol profesional en la organización y reglamentación de las ligas locales, a nivel mundial las federaciones asociadas a la FIFA han logrado tener mayor injerencia en estos negocios. Para esto se fundó la FIFA en Suiza, al fin y al cabo. Para centralizar lo que preveían que sería un buen negocio en base a un naciente deporte que parecía enloquecer a la gente. A día de hoy la mayor fuente de ingresos del fútbol a todo nivel, local y mundial, viene de la televisión. Lo que no significa que las empresas de comunicaciones paguen las cuentas. Usualmente son empresas con productos o servicios de alcance nacional, regional o global quienes aportan el dinero grueso a cambio de diferentes espacios para la exhibición y reconocimiento de los mismos.

El negocio de las televisoras y las comunicaciones en general ha cambiado mucho. Ya no son el modelo de empresa que poseen la licencia estatal para ocupar una parte del espectro electromagnético y además son productoras, comercializadoras de espacios publicitarios, poseedoras de antenas de transmisión, estudios de grabación, creadoras de contenido, etc. Lo que el público percibe hoy como un canal de TV, ya no necesita todo eso. Hoy puedes ser un canal virtual que alquila estudios a otra que solo hace eso y que alquila un espacio en un horario a la que tiene la señal pública para transmitir el contenido, que a su vez otra empresa le provee. Un sinnúmero de posibilidades. Sin olvidar quién paga las cuentas, cada quien asume sus riesgos y obtiene sus ingresos de la manera que considera lo puede hacer mejor en esa cadena productiva. En el fútbol y en el caso que estamos comentando, este aspecto es importante.

Las ligas de fútbol profesional más importantes han venido gestionando el tema de los derechos de transmisión televisiva y otros medios de manera corporativa, es decir centralizada. El ingreso de las federaciones a esta dinámica se ha dado para obtener su tajada creando el producto «fomento al deporte y fútbol aficionado». La tendencia de los últimos años ha sido el reparto de ingresos corporativos de una manera que ayudasen a los clubes más pequeños, por la parte financiera. Por la parte comercial, la creación de diferentes licencias de acuerdo al tipo de medio o audiencia. Esta idea no es mala. El club que asciende de segunda división arranca con un presupuesto concreto que le permite fichar refuerzos para poder competir en primera e intentar mantenerse. Pero también es claro que en cada liga son un puñado los clubes que atraen la mayor cantidad de clientes finales para estos productos y servicios que se ofrecen. Un club de un pueblo de 50 mil habitantes, por más que afilie al 100% de la gente, no será tan potente a nivel comercial como otro de una capital con millones de habitantes y con reconocimiento mundial.

Para los clubes, a día de hoy, el ingreso que proviene de los derechos de televisión significa el saber si podrán pagar las cuentas de la temporada. Es lo que posibilita, en parte, hacer algún fichaje millonario. Pero en la realidad diaria de las cuentas son muy pocos los que luego terminan la temporada sin déficit. Haciendo de esto un negocio bastante azaroso. Por supuesto, siempre habrá quien, como se dice coloquialmente, pague capricho. Desde fuera se ven pasar millones, coches, marcas, lujo. Esto puede deslumbrar a algún avispado con algo de dinero. Pero de allí a ser rentable hay mucho trecho. Por dentro, en el día a día, quizá no haya tanto de eso. Es en este escenario donde el castillo de naipes de las comunicaciones se encuentra con el fútbol. Un mundo en el que todo puede tener valor y todo es posible, y en el que el avispado emprendedor puede también cumplir sus sueños.

Ocurre que ya no necesitas ser una empresa o un canal de deportes de una empresa de televisión de pago. Tampoco necesitas tener los medios para poder transmitir. Mucho menos la infraestructura. Puedes montar una empresa fachada, a lo PPK. Una empresa que tiene un dinerito, de unos «inversionistas», y que es suficiente para postular y hacerse con unos derechos de transmisión de una liga de fútbol. El viejo modelo de negocio de la intermediación o también llamado cabildeo, vamos. Aquel de obtener renta sin poseer lo que origina la misma. Buscas a la fuente del dinero y le ofreces algún mejor «producto» y tarifas, luego vas a la liga y ofreces mejores «ingresos» que la competencia, si la hay. Vendes «imagen» y persistes hasta conseguir esa servidumbre.

1190 Sports es el Rutas de Lima (OAS / Odebrecht) del fútbol en el Perú. Pero ¿quién es 1190 Sports? quizá se pregunte. Ya la he descrito en su forma. Hoy, tendría como mayor logró el obtener el control total de los ingresos en el fútbol del Perú. Se presenta con un cartel de poseedora de derechos en otros países y ligas sudamericanas importantes. Pero si se mira en detalle solo queda decirles: andá pa’allá bobo. Los derechos que posee son con la Liga de Fútbol Profesional Argentina para transmisión fuera del territorio, es decir internacional. Un público claramente de nicho, emigrantes y algún otro friki de torneos de otro país, y que solo puede vender publicidad para cierto tipo de marcas. Los 46 millones de argentinos lo ven por TV en territorio nacional gracias a Fox Sports y Turner, que a su vez transmiten este contenido por la señal de televisoras locales. Al igual que en el Perú con el Consorcio de Fútbol Peruano, durante la pandemia han desembolsado a los clubes argentinos lo que correspondía según el contrato que los vincula por 10 años hasta el 2027. Otro, denominado por esta gente, «caso de éxito» con las ligas A y B brasileñas: derechos para transmisión internacional. ¿Ha visto usted algún partido del Guaraní frente al Ponte Preta? Yo tampoco. También tiene otros negocios, no menos interesantes, que son la licencia de agente comercial de imagen y publicidad para algunas selecciones y clubes de Chile y, como no, para todas las selecciones del Perú. Es decir de la FPF.

Si bien es cierto que, mientras no se infrinja ninguna ley, uno puede plantear cualquier idea y si te la compran, pues allá ellos. El principal problema a día de hoy, no es que una empresa fachada se haga con el 100% del mercado sin ofrecer ninguna garantía, fideicomiso, carta fianza o algún tipo de sustento que diga que cuenta con los fondos para afrontar su parte del contrato. Tampoco que no cuente con absolutamente nadie que conozca el torneo local o tenga las competencias técnicas para una transmisión deportiva. De hecho, no lo necesita, aunque sería su primera experiencia como titular de los derechos de transmisión de un torneo a nivel nacional. El acuerdo, que no se conoce, pero ya se anuncia sería por los derechos globales: nacional e internacional. Tampoco significa nada, para solucionar esta situación, que el modelo de negocio «innovador y colaborativo» que plantean signifique: riesgo para ti, sólo ganancias para mi.

El principal problema es que la FPF no puede ser juez y parte. No puede ser quien organiza el torneo, se lleva su tajada de 10% como federación, vende los derechos de televisión, coloca los árbitros y dicta las reglas de este torneo que solo incumbe a los clubes de fútbol profesional. No puede ser responsable de 2, ahora denominados «productos», que compiten entre sí. Al fin y al cabo ese dinero que ha llegado a los clubes a través de la empresa que posee los derechos, proviene de los bolsillos de los más de 30 millones de peruanos que son clientes de Movistar y consumen los productos que se anuncian cada fin de semana durante las transmisiones de fútbol.

Lamentablemente, para más inri, hoy existe una mixtura entre la FPF y los clubes de fútbol profesional. A los representantes de las ligas que dependen de la FPF se unen los dirigentes de los clubes de fútbol profesional y juntos conforman la base social para elegir a las autoridades de la FPF. Muchos dirigentes de clubes de fútbol profesional conforman el directorio de la actual FPF, que es la causante de este mamarracho. A esto se añade que quienes hoy fungen o están a cargo de los clubes no son sus dirigentes o asociados, sino administradores de una entidad en proceso de liquidación. Todo esto ha convertido a la FPF en una presa fácil para la captura de rentas de un torneo que los últimos años se había reanimado y en algunos aspectos se ha ido adaptando a los tiempos actuales. Esto se debe al hecho de contar con la estabilidad que te da el tener un ingreso fijo por los derechos de transmisión que el Consorcio de Fútbol Peruano ha venido honrando hasta la fecha.

Al entregar el control de los ingresos de todo el fútbol en Perú, la FPF está entregando el destino del mismo a una empresa que no tiene las condiciones para embarcarse en tal negocio. Pues, como sabe bien la señora Goray, el negocio del intermediario es llevarse un porcentaje, muy raramente mayor a 2 dígitos. Difícilmente las tajadas que obtiene un vendedor de publicidad al año suman los números que actualmente tienen como presupuesto los clubes. Otro tipo de empresa sí puede ofrecer alguna garantía pues trabaja en base a los números de su operación principal, y no a posibilidades de negocio que se pueden hacer o valoraciones potenciales. No es de extrañar que se empiece a montar un a campaña de imagen con sendas notas en medios de corte general sobre la «maravilla» que supone la llegada de piratas modernos al Perú. Pasó cuando Odebrecht vio peligrar el negocio de los peajes y convocó artistas y tal para que la gente no echase a la comisionista Lady Vaga.

A nadie se le ocurriría pensar que incluso el mejor agente de futbolistas se puede hacer cargo de la nómina de un club de fútbol, porque no tiene ese dinero. Puede ver pasar millones de euros en una transacción pero lo que le queda para él son algunas decenas de miles, en el mejor de los casos. Para vivir de eso debe hacer al menos 2 o 3 transacciones o negocios por temporada. Creer que los intereses de un club están en la misma dirección que los de una federación es como creer que los intereses del torero están alineados con los del ganadero. Defender la liga local es más importante que una «selección». Defender la industria local es más importante que hacerlo con una marca que no se sabe donde fabrica. Son las ligas locales las que dan la oportunidad a quienes desean tener una profesión a través del fútbol. Las que hacen que la gente viaje y conozca su tierra. Que constate que comparte más con los otros que lo que les dicen a través de los medios. Aún cuando los piratas modernos llegan en forma de inversión o cooperación gobierno a gobierno, no hay que olvidar que hemos sabido echar a los Hermite y compañía.

3 Me gusta

Saben tanto de derechos de transmisión televisiva que su señal se retransmite por todo Internet sin ningún tipo de impedimento.

1 me gusta

Un año después el mamarracho da sus frutos: Solo 4 millones de ingresos por suscripciones en el 2023, que no dan ni para pagar el GNV de las unidades móviles del VAR. Además de los 43 millones de pérdida en el ejercicio 2023 del «gran negocio de los derechos» en el que se metieron los clubes que se asociaron con estos ganapanes del fútbol. La milonga de «te llevarás el 70% de los beneficios (que serán millonarios) porque incrementaremos el valor del fútbol peruano» termino en disgustos. No se podía saber. Ahora, como socios que son, los clubes que apenas tienen para pagar sueldos, deberán asumir esta pérdida/deuda en el futuro. ¿Los otros? Probablemente ya hayan hecho maletas. Enhorabuena, lerdos.

1 me gusta